El solsticio de invierno

El solsticio de invierno siempre ha sido una de las fechas más señalados en todos los calendarios de todos los tiempos y culturas. Estas fechas nos han llegado a nosotros como la festividad de la Navidad y el año nuevo. Pero su significado es mucho más profundo y su tradicción mucho más antigua y amplia de lo que la mayoría de la gente cree. Este artículo es una muestra de ello.

El miércoles 22 de diciembre, a las 0 horas y 38 minutos hora peninsular (el martes 21 de diciembre a las 23:38 Hora Universal. Esta es la hora en la longitud de Greenwich, Inglaterra) comenzará oficialmente el invierno en el hemisferio Norte, según el Convenio Astronómico, que señala que la estación más corta del año desde hace siglos, durará esta vez 88 días y 23 horas, hasta la llegada de la primavera, el 21 de marzo de 2011.

Movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol.

Notas: Movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol, donde se pueden ver la sucesión de equinoccios y solsticios.

Así, el organismo señala que el inicio de las estaciones viene dado, por convenio, por los instantes en que la Tierra se encuentra en unas determinadas posiciones en su órbita alrededor del Sol. En el caso del invierno, esta posición se da en el punto de la eclíptica en el que el Sol alcanza su posición más austral. El día que esto sucede, el Sol alcanza su máxima declinación Sur (-23º 27′) y permanece casi sin moverse durante tres días, y por eso, a esta circunstancia se la llama también solsticio (que significa Sol quieto) de invierno. Es precisamente en ese instante cuando en el hemisferio sur comienza el verano. Pueden visitar la Web: Datos del Sol para saber más del tema.

El solsticio de invierno corresponde al día de menor duración del año y, alrededor de esta fecha se encuentran el día en que el Sol sale más tarde y aquél en que se pone más pronto. Además, otra circunstancia se da también en esta época y es el día de ‘perihelio’, cuando el Sol y la Tierra están más cercanos entre sí de todo el año.

Afelio y Perihelio

Notas: Nos damos cuenta en esta imagen que en el solsticio de verano es cuando la Tierra está más alejada del Sol, la Tierra no orbita en un círculo, sino en una elipse como ya calculó Kepler. El punto de máxima distancia, afelio, es el 4 de julio, unos 147 millones de km. Y el punto de mínima distancia, perihelio, es el 3 de enero, unos 152 millones de km.

Esto parece contradictorio con que por esas fechas sea cuando hace más calor, pero es que las estaciones están determinadas por la inclinación del eje de la tierra (punto rojo) y las horas de insolación que en el hemisferio norte coincide con el afelio. A lo largo de los milenios van cambiando las fechas del perihelio y del afelio. Hace 11.000 años el perihelio ocurría en Junio y el afelio en Diciembre. Lo contrario de ahora.

El invierno puede llegar, como mucho, en cuatro fechas distintas del calendario, del 20 al 23 de diciembre. Concretamente el invierno más tardío del siglo fue el de 2003 y el más madrugador será el de 2096. Estas variaciones se deben al modo de encajar del calendario, ya que unos años son bisiestos, y a la duración de cada órbita de la Tierra alrededor del Sol (año trópico).

Tabla de horarios de solsticios y equinocios.

Notas: Tabla de horarios de equinoccios y solsticios.

De este modo, el día más corto del año será el 22 de diciembre. Por ejemplo, en Madrid el día durará 9 horas y 17 minutos, en contraposición con el día más largo, el 21 de junio de 2010, que se prolongó 15 horas y 3 minutos, es decir, que hay una diferencia de casi seis horas entre uno y otro.

El solsticio de invierno, mitos y tradiciones

Durante el solsticio de invierno el Sol alcanza su cenit en el punto más bajo y desde ese momento el día comienza a alargarse, progresivamente, en detrimento de sus noches, hasta llegar al solsticio de verano, en que invierte su curso. El término solsticio significa ’Sol inmóvil’, ya que en esos momentos el Sol cambia muy poco su declinación de un día a otro y parece permanecer en un lugar fijo del ecuador celeste.

El solsticio invernal es el acontecimiento que vivifica la Naturaleza con su luz y su calor, razón por la cual, para todas las culturas antiguas, representaba el auténtico nacimiento del Sol y, con él, toda la Naturaleza comenzaba a despertar lentamente de su letargo invernal y los humanos veían renovadas sus esperanzas de supervivencia, gracias a la fertilidad de la tierra. En el solsticio de invierno, todos los pueblos antiguos celebraban el nacimiento del astro rey mediante grandes festejos, caracterizados por la alegría general y acompañados de ceremonias colectivas, centradas en cantos y danzas rituales y en la recogida de ciertas plantas mágicas, como el muérdago. Las grandes hogueras tenían la función de provocar el calor y la fuerza de los rayos de un Sol recién nacido, que encaraba su curso hacia la primavera, inundando la tierra con su poder regenerador. Otro tanto sucedía durante el solsticio de verano, época adecuada para mostrarle, al divino Sol, el agradecimiento de quienes habían sobrevivido un año más, gracias a su generosa intervención en el ciclo agrícola y ganadero. Con el desarrollo de las culturas urbanas, los rituales solsticiales agrarios no desaparecieron, sino que se adaptaron a las nuevas circunstancias y necesidades. Por eso, las fiestas paganas más importantes rebasaron el ámbito campesino y se convirtieron en ciudadanas, de forma que la fecundidad que en origen solicitaban para el campo y el ganado, pasó a comprenderse como prosperidad y riqueza para la ciudad.

Desde hace miles de años y para las culturas y sociedad más diversas, el solsticio de invierno ha representado el advenimiento del acontecimiento cósmico por excelencia. No es ninguna casualidad, por tanto, que el nacimiento de los principales dioses, relacionados con el Sol (como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dioniso/Baco, etc.) fuese situado durante este período temporal.

Dioniso / Baco.

Notas: Dioniso / Baco.

En la antigua Grecia, el culto popular de Dioniso estaba repartido en cuatro grandes festividades: las dos primeras (las Dionisíacas de los campos y las Leneas) se celebraban alrededor del solsticio invernal, con carácter propiciatorio de la fertilidad/prosperidad y en medio de festejos, caracterizados por la gran alegría general. Las dos últimas tenían lugar en la primavera y festejaban la resurrección de la Naturaleza.

En Roma, la celebración de las Saturnalias (fiestas dedicadas a Saturno, padre de los dioses olímpicos y dios protector de la Naturaleza) duraba una semana. Después de la ceremonia religiosa, había grandes festejos y banquetes, se abolían temporalmente las clases sociales y, en los ágapes, los señores servían a sus esclavos; cesaba toda actividad pública (en tribunales, escuelas, comercios, operaciones militares, etc.) y no se permitía ejercer ningún arte ni oficio, salvo el de la cocina; se imponía el hacerse regalos unos a otros, los ricos convidaban a sus mesas, bien surtidas, a los pobres que llamaban a sus puertas, se practicaban juegos de azar, etc.

En los mitos solares de todas las culturas antiguas, ocupa un lugar central la presencia de un dios joven (Jesucristo en la religión cristiana), que cada año muere y resucita, encarnando en sí los ciclos de la vida de la Naturaleza.

Durante el solsticio de invierno, la imagen del dios egipcio Horus era sacada del santuario para ser expuesta a la adoración pública de las masas. Se le representaba como un niño recién nacido, recostado en un pesebre, con cabello dorado, con un dedo en la boca y el disco solar sobre su cabeza.

Isis con Horus Distintas representaciones de diosas con sus hijos.

Nota: Dististas representaciones de diosas con sus hijos a lo largo de la historia y de distintas culturas.

Mitra, uno de los principales dioses de la religión hindú, objeto de un culto aparecido unos mil años antes de Cristo, cargaba con los pecados y expiaba las iniquidades de la humanidad, era el principio mediador colocado entre el bien (el dios Ormuzd) y el mal (el dios Ahrimán), el dispensador de luz y bienes, mantenedor de la armonía en el mundo y guardián y protector de todas las criaturas, y era una especie de mesías que, según sus seguidores, debía volver al mundo como juez de los hombres. Era un dios que había nacido de madre virgen, en el solsticio de invierno, en una gruta o cueva, fue adorado por pastores y magos, obró milagros, fue perseguido, acabó siendo muerto y resucitó al tercer día.

Mitra.

Notas: Mitra matando al toro.

Baco, otro dios solar romano, también estuvo destinado a cargar con las culpas de la humanidad, también fue asesinado y despedazado (como Osiris) y su madre también lo buscó (como Isis) y recogió todos sus pedazos y lo resucitó. Según la tradición, Baco moría despedazado en el equinoccio de primavera y resucitaba a los tres días.

En el siglo II de nuestra era, los cristianos sólo conmemoraban la Pascua de Resurrección, ya que consideraban irrelevante el momento del nacimiento de Jesús y, además, desconocían absolutamente cuando pudo haber acontecido. Durante el siglo anterior, al comenzar a aflorar el deseo de celebrar el nacimiento de Jesús de una forma clara y diferenciada, algunos teólogos, basándose en los textos de los Evangelios, propusieron datarlo en fechas tan distintas como el 6 y el 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, etc. Pero el papa Fabián (236-250) decidió cortar por lo sano tanta especulación y calificó de sacrílegos a quienes intentaron determinar la fecha del nacimiento del Nazareno. A pesar de la disparidad de fechas apuntadas, todos coincidieron en pensar que el solsticio de invierno era la fecha menos probable, si se atendía a lo dicho por Lucas en su Evangelio: “Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso y, de noche, se turnaban velando sobre el rebaño. Se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvía con su luz…” (Lucas, 2, 8-14). Si los pastores dormían al raso, cuidando de sus rebaños, para que el relato de Lucas fuese cierto y/o coherente, debía de referirse a una noche de primavera, ya que a finales de diciembre, en la zona de Belén, el excesivo frío y las lluvias invernales impiden cualquier posibilidad de pernoctar al raso con el ganado. Forzando la escena relatada por Lucas hasta el límite, otras Iglesias cristianas -ajenas a la católica como la armenia- fijaron la conmemoración de la Natividad en el día 6 de Enero, ya que, según su deducción, el relato de Lucas sí puede ser creíble, si se sitúa el nacimiento de Jesús un poco más tarde, en enero y en el Oriente Medio. Un tiempo y un lugar donde es muy probable la existencia de cielos nocturnos claros y sin borrascas, aunque todavía con mucho frío. Con el mismo argumento, otras Iglesias orientales, como la egipcia, griega y etíope, propusieron fijar el Nacimiento el día 8 de Enero.

Entrado ya el siglo VI, cuando ya se había concluido el proceso de traspaso de mitos desde los dioses solares jóvenes precristianos hacia la figura de Jesucristo, se decidió fijar una fecha concreta. Dado que a Jesús se le había adjudicado toda la carga legendaria que caracterizaba a su máximo competidor de esos días, el dios Mitra, lo lógico fue hacerle nacer el mismo día en el que se celebraba el advenimiento de ese joven dios. De esta forma, entre los años 354 y 360, durante el pontificado de Liberio (352-366), se tomó por fecha inmutable la de la noche del 24 al 25 de Diciembre, fecha en la que los romanos celebraban el Natalus Solis Invicti, el ‘nacimiento del Sol Invencible‘, un culto muy popular y extendido al que los cristianos no habían podido vencer y, claro está, la misma fecha en la que todos los pueblos contemporáneos festejaban la llegada del solsticio de invierno. La fecha del 25 de diciembre fue fijada por el orbe católico como algo inamovible, aunque no fue aceptada por la Iglesia oriental que, aún hoy día, sigue celebrando el Nacimiento de Jesús el 6 de Enero, el día de Reyes para nosotros.

Como nota curiosa decir que con la instauración de la Navidad, también se recuperó en Occidente la celebración de los cumpleaños, aunque las parroquias europeas no comenzaron a registrar las fechas de nacimiento de sus feligreses hasta el siglo XII. Antes no se celebraban los cumpleaños, antes contaban los años por las primaveras pasadas, quizás con orgullo por haber superado el rigor del invierno un año más.

Cuando la Navidad llegó, el mundo ya había empezado. En las ciudades, la noche se convierte en crepúsculo de guirnaldas y estrellas que descienden del cielo a los semáforos y en las casas estallan las luces coloreadas de los árboles de Navidad y belenes. Todos queremos olvidar la crisis y compramos generosamente, buscamos compartir alegría, esperanza y buena voluntad. Pero por las junturas de la fiesta suele colarse una sombra de melancolía, a veces mal digerida y acallada con exceso de comida.

Navidad tiene una raíz más antigua que nuestro actual calendario. La palabra “Navidad” viene de natividad, nacimiento. “Nacer”- dice el diccionario- “tomar principio una cosa de otra”. Nacimiento es el surgimiento, desde lo antiguo, de algo nuevo. “Nuevo”: “lo que sobreviene o se añade a lo que había antes”. En los últimos días de Diciembre se superponen tres fechas significativas: el solsticio de invierno, la noche buena, y la noche vieja que da entrada al año nuevo. Y las tres con un mismo significado: nacimiento, muerte y renovación.

En la Europa megalítica, en África y Oriente Medio, en India, China, y la antigua América las culturas primitivas observaron la declinación del Sol en el horizonte. Y casi todas celebraron un momento especial del curso solar: el Solsticio de Invierno. El Sol amanece y se pone, con un desplazamiento progresivo que oscila entre los dos extremos del horizonte, como un gran péndulo de fuego que baila entre el solsticio de verano y el de invierno, entre la noche más profunda y el día más largo de este ciclo que llamamos año. Desde tiempos antiquísimos hicimos coincidir el solsticio de invierno con el nacimiento del nuevo año. Tras la noche del solsticio, los días comienzan a alargarse. Los mayas, en la América milenaria, marcaban este día en su arquitectura. Los egipcios construían sus inmensas máquinas del tiempo ajustadas a ese primer rayo de Sol. Los círculos anuales de los grandes megalitos tenían una piedra preferente esperando al Sol de ese amanecer.

Stonehenge.

Notas: Stonohenge con el primer rayo de Sol en el solsticio de verano.

En túmulos impresionantes, como Newgrange en Irlanda, el Sol de ese día especial penetra por la estrecha hendidura de la piedra, recorre un largo túnel angulado con precisión e ilumina por unos breves instantes la cavidad oculta donde reposa la memoria de los antepasados y la esperanza del nuevo año agrícola.

New Grange Rayo de luz en New Grange.

Nota: Newgrange es uno de los pasajes funerarios del complejo Brú na Bóinne en el Condado de Meath y el yacimiento arqueológico más famoso de Irlanda. Aproximadamente una semana antes y una semana después del solsticio de invierno, el 21 de diciembre, los rayos de Sol pasan exactamente por ese hueco, recorren el pasadizo y van a dar a un bloque de piedra decorado con espirales.

Comenzábamos a desarrollar la agricultura y a ser capaces de predecir los ciclos de la naturaleza. Los romanos festejaban el nacimiento del Sol en el mismo momento del ciclo anual en que hoy celebramos Navidad, ese era el comienzo de un año que celebraban con fastuosos banquetes y que duraban una semana. Cuando el Imperio se convirtió al Cristianismo, la antigua fiesta del nacimiento del Dios Sol se convirtió en la natividad del Cristo Dios. La mayoría de los eruditos está de acuerdo en esta transposición cultural.

Las civilizaciones desarrollaron sus peculiaridades sobre costumbres que venían de antes. Navidad, Solsticio, era también el comienzo del año nórdico. El árbol navideño, tan extendido, es una costumbre pagana, señala el renacimiento o despertar de Wotan, sacrificado durante nueve días en el fresno Ygdrassil para obtener el conocimiento de las runas y ser liberado como un nuevo dios. El Árbol de la Vida, lleno de dulces y alimentos, aparece en las primeras culturas agrícolas, junto a costumbres como la de alimentar a los seres espirituales del bosque, duendes y otros, que visitan a los humanos con el recuerdo de sus antepasados. La adoración a los árboles, al axis mundi, común entre los europeos primitivos, perduró después de la conversión de estos al cristianismo, también la costumbre extendida de decorar la casa y el granero con plantas de hoja perenne, el uso decorativo del verde que simboliza la posibilidad de nuevos frutos, cosechas y alimentos tras la escasez. Verde era el color original de ese duende del bosque que es Santa Claus, verde que simboliza la esperanza en la resurrección de la naturaleza, en el nacimiento de un nuevo ciclo tras la penuria invernal.

En estas antiguas culturas el solsticio de invierno era una fiesta ligada a la comida. Comer hasta el hartazgo. Y aún hoy ¿por qué seguimos comiendo mucho más de lo que necesitamos? Hace miles de años, en el albor del tiempo, ya estaba la impronta de lo que todavía solemos hacer. En aquella época no había centros comerciales ni supermercados, no había nevera ni comida en lata. Vivíamos del fruto de cada día. En la época de recogida había abundancia, pero después venía la escasez y el frío. Nuestros cobijos eran precarios. El fuego se conservaba con esmero. Las ropas no se cambiaban fácilmente. El invierno era el gran predador de los más débiles, ancianos y niños experimentaban su rigor. Durante el otoño el clan familiar se organizaba para el cruce del gran frío, tejían sus ropas y unían sus cueros, juntaban la leña para conservar el fuego. Los más sabios, los que transmitían sus antiguos conocimientos, observaban la orientación y el ángulo de las sombras. Se cree que los primeros calendarios se hicieron con estacas clavadas en el suelo, palos que posiblemente remedaban la sombra de los árboles y la huella del astro rey. Pasó muchísimo tiempo antes que sustituyéramos esas estacas por las grandes construcciones y calendarios de piedra. Al comienzo todo era más perecedero. La cultura es información y organización que pasa de una generación a otra. De ciclo en ciclo vamos afinando nuestra comprensión de la realidad y, quizás, mejorando nuestra capacidad de sobrevivir. Del homínido que recolecta y caza al agricultor que apunta ciclos.

Calendario primitivo.

Notas: Calendario primitivo.

Así trabajaba el clan preparando los suministros de emergencia. Acumulaban frutos y semillas secas en sus primitivos graneros: lo que devendría en pan de Navidad. Con la vendimia recogida fermentaban su mosto y guardaban calorías para el invierno: el cava que alarga la vida y alegra la fiesta. La leche cuajada con miel se transformaba en alimento duradero: de aquí saldría el rico turrón con almendras y avellanas. La carne seca al Sol se conservaba bien, lo mismo que el pescado salado. Son los típicos alimentos de Navidad, las antiguas reservas que ingeniamos para soportar la escasez.

A medida que el otoño avanza los días se hacen cada vez más cortos. Cuando la tierra se enfría y la recogida ha terminado ya saben que el Sol declina hacia el invierno, que viene el tiempo duro. Los ancianos anuncian que llega el solsticio, que viene la Navidad. Es una doble señal. Alarma y esperanza. Alarma: porque los alimentos han comenzado a disminuir. Esperanza porque saben algo importante: al día siguiente, a pesar de hacer más frío, los días comenzarán a estirarse, que poco a poco la tierra volverá a calentarse, que brotará una nueva primavera. Y recuerdan que hay ciclo y solsticio, que de la noche más larga renace una vez más el Dios Sol, el que da la vida. Que hay esperanza.

Y en honor a la vida, sabiendo que a las puertas del invierno todos arriesgan la existencia, se brindan unos a otros un banquete hasta la saciedad. Comen y beben lo que el cuerpo aguante. Saben que el mejor lugar para conservar calorías es la grasa corporal, atiborrar la despensa, comer el exceso de Navidad, cuando no sufríamos exceso de colesterol. Quieren llegar a la nueva primavera y agrupados en torno al fuego cantan a la vida. Se miran a los ojos y se desean lo mejor. Se abrazan y se hermanan. El amor es anterior a las doctrinas. Pero también experimentan el presentimiento de la partida, la conciencia de su fragilidad, la impermanencia, a veces dolorosa, de los ausentes. El solsticio de invierno es la señal de alarma que marca la entrada al invierno. Le precede esta gran comilona.

Así cruzábamos el océano del tiempo. Con sentimientos a veces contradictorios, como el día y la noche, que solo se confunden en los arreboles del crepúsculo, o en las pálidas y alargadas sombras del amanecer. Cuando llegan estas fechas, sea cual sea nuestra creencia, nos recordamos unos a otros que la buena voluntad y la calidez del amor son buenos para sobrevivir. Quizás por todo esto nos ponemos a comer más de la cuenta, y nos deseamos con más generosidad que de costumbre: ¡Feliz Navidad! Pero olvidamos rápido, el invierno aprieta. Ojalá la tengamos todos: ¡una buena Navidad! Y ojalá podamos conservar y hacer crecer el Espíritu y la Generosidad de nuestros mejores ancestros. Generosidad, en medio de la abundancia y el consumo obsesivo. Generosidad, también, en medio de los rigores del invierno de esta economía ciega, más propensa a la usura y al egoísmo que a la solidaridad. Generosidad, en lo pequeño y en lo grande. Generosidad, en los pequeños y en los grandes. ¡Ojalá¡

Eclipse total de Luna el 21 de Diciembre de 2010

El día 21 la Tierra se interpondrá entre el Sol y la Luna. La Luna entrará en la zona de sombra de la Tierra produciendo un eclipse total de Luna. En Madrid podremos observar su primer contacto con la penumbra a las 06:29 h., a las 07:33 h. será parcial y a partir de las 08:41 h. total alcanzando su máximo a las 09:18 h.

Los eclipses de Luna se producen necesariamente en Luna Llena, cuando el Sol y la Luna están en oposición. Se puede observar gradualmente que la Luna Llena se va oscureciendo durante varias horas. Puede afectar al disco completo o sólo a una parte, total o parcial respectivamente.

En un eclipse total de Luna, la Luna se tiñe de tonos rojizos debido a que los rayos solares existentes en la atmósfera terrestre se proyectan sobre ella. Dependerá de cómo esté nuestra atmósfera, de su contaminación y las nubes, para poder ver la iluminación de la Luna en una tonalidad u otra (si oscurece o no el eclipse).

Los eclipses de Luna, a diferencia de los eclipses de Sol, son fácilmente observables. La Luna puede permanecer eclipsada durante casi dos horas, y el eclipse, en pasar por todas sus fases, puede durar unas seis.

Así pues, el día 21 de Diciembre tendremos el eclipse lunar, unas horas antes del solsticio de invierno. La cercanía entre este eclipse y el solsticio realza su significado astrológico y ya están por ahí los catastrofistas predicando sus pesadillas. Tenemos varios aspectos planetarios este día por un lado las oposiciones que formará la Luna con el Sol, Mercurio, Marte y el Nodo Norte. Y por otro lado tenemos la conjunción existente entre Júpiter y Urano que ambos harán cuadratura con el Sol, la Luna y Mercurio. Sin olvidar la cuadratura existente entre Marte y Saturno. La luna Llena de este día 21 en Géminis.

Efemérides para el invierno

Durante este invierno se producirá un eclipse parcial de Sol, el 4 de enero de 2011 que, además será visible en España. El eclipse comenzará a las 7 horas y 40 minutos, hora oficial, el máximo de este sucederá a las 9 horas y 51 minutos y el final será a las 12 horas y 1 minuto.

Asimismo, como fenómeno astronómico de interés el Instituto Geográfico Nacional, recomienda realizar observaciones en fechas cercanas a la luna nueva, que se registrarán el 4 de enero, el 3 de febrero y el 4 de marzo de 2011, salvo cuando se pretenda observar la propia luna.

El cielo el 21/12/2010.

Notas: El cielo el 21/12/2010.

Además, la primera luna llena del invierno se dará el 19 de enero de 2011, dándose las siguientes 29 ó 30 días después, concretamente, los días 18 de febrero y 19 de marzo.

Por otro lado, el planeta Saturno será visible casi todas las noches durante todo el invierno. Júpiter y, hasta mediados de febrero, Urano serán los luceros vespertinos y Venus será el lucero matutino.

Las lluvias de meteoros también se podrán observar hacia el 3 de enero, cuando se producen las Cuadrántidas, que es la más importante del invierno. Mientras, alrededor de la estrella Polar se podrán ver por la noche Casiopea, la Osa Menor y Cefeo.

En cuanto a las constelaciones zodiacales serán visibles en este periodo de Acuario a Sagitario. Por encima de la eclíptica destacarán Pegaso y la Osa Mayor; por debajo, Orión. A lo largo de las noches de invierno se pueden ver las doce estrellas más brillantes del cielo que son visibles desde España: Sirio, Arturo, Vega, Capela, Rígel, Proción, Betelgeuse, Altair, Aldebarán, Antares, Espiga y Pólux.

Eclipses de Luna entre 2009 y 2014

(en horas UTC)

Tabla de eclipses de Luna.

Notas: Tabla de eclipses de Luna.

Eclipses de Sol entre 2004 y 2014

Tabla de eclipses de Sol.

Notas: Tabla de eclipses de Sol.

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